Cuando dejas de luchar con tu cuerpo, todo cambia

Cuando dejas de luchar con tu cuerpo, todo cambia

Hay una batalla que muchas mujeres libran en silencio.
Una guerra que empieza cada mañana al mirarse al espejo, al subirse a la báscula, al abrir la nevera.

Una guerra contra su propio cuerpo.

¿Te ha pasado?
Empiezas el día con “hoy sí que sí”, cuidas cada bocado, mides, anotas, te restringes…
Y por la noche, algo se rompe. Comes de más. Te juzgas. Te prometes que mañana será distinto.
Y el ciclo vuelve a empezar.

Lo que no sabes es que esa lucha… no es necesaria.

Porque tu cuerpo no está aquí para ser castigado, ni moldeado a la fuerza.
Está aquí para ser escuchado.

Una mujer —una cualquiera, una como tú— decidió un día dejar de enfocarse en todo lo que le faltaba.
Se miró al espejo y, con voz temblorosa, dijo:
“Yo soy salud. Yo soy abundancia. Yo soy amor.”
Le sonó a chiste.
Pero siguió.

Y algo empezó a cambiar.
No fue magia.
Fue energía alineada con su deseo.

Comenzó a moverse diferente, a hablarse con más cariño, a comer con más disfrute.
Y su cuerpo, como por arte de amor… respondió.

Porque el cuerpo responde al trato que recibe.
Y cuando dejas de luchar con él, empieza a cooperar contigo.

💡 Un estudio de la Universidad de Minnesota reveló que la autoaceptación corporal está relacionada con una mayor pérdida de peso sostenida en el tiempo.
¿Por qué?
Porque cuando dejas de tratarte como enemiga, dejas de atacarte… y empiezas a cuidarte de verdad.

Imagina que en lugar de contar calorías, contaras los momentos en los que te sientes viva.
Que cada comida no fuera una amenaza, sino un ritual sagrado.
Que una onza de chocolate te bastara para sonreír, simplemente porque la saboreaste con conciencia.

Imagina dejar de perseguir el cuerpo ideal…

y empezar a habitar el cuerpo real.
Ese que te acompaña cada día, que te permite sentir, amar, reír.

Como decía Neville Goddard:

“Convierte tu deseo en una sensación… y el mundo responderá a tu vibración.”
Y es así.
Tu cuerpo también responde a tu vibración.

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Yo también estuve ahí.

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