
Cuando tu cuerpo no te responde. Lo que antes hacías ya no llegas…
Antes subía corriendo las escaleras.
Ahora me paro a la mitad, sin aliento
Esa frase, tan simple, encierra una verdad que muchas mujeres conocen en carne propia.
No es solo cuestión de piernas. Ni de pulmones.
Es una herida que se abre cada vez que sientes que tu cuerpo ya no responde como antes.
¿Alguna vez sentiste que ya no podías?
No hablamos de correr maratones…
Hablamos de lo pequeño.
De ese instante en que ves que el autobús se va y tú te quedas atrás.
De ese segundo en que tu hijo juega en el suelo… y tú finges estar ocupada para no reconocer que te costaría levantarte.
No es solo el cuerpo el que se queda atrás.
Es la sensación de que la vida se aleja.
De que tú te alejas de ti.
Y en medio de todo eso… aparece una tristeza callada.
Una especie de resignación que te susurra al oído:
“Ya no soy la que era. Ya no puedo.”
Lo que pesa no son solo los kilos
A veces, ese volumen que has ganado es más que grasa corporal.
Es protección.
Una forma inconsciente de poner límites físicos donde no pudiste poner límites emocionales.
Una coraza que tal vez te defendió… pero que hoy te pesa.
Como una tortuga que lleva su casa a cuestas.
Solo que tú, en lugar de protección, cargas con una cárcel.
Con un cuerpo que ya no sientes tu aliado.
Con una relación contigo misma que duele más que cualquier dieta.
Y entonces… dejas de intentarlo
Dejas de correr al autobús.
Dejas de jugar en el suelo.
Dejas de subir montañas con tus amigos.
Y sin darte cuenta… dejas de creer que algo puede cambiar.
Pero en el fondo, aún duele.
Porque no es resignación verdadera.
Es tristeza disfrazada de aceptación.
Ejemplo inspirador: Glenn Close
La actriz Glenn Close dijo una vez:
“No estoy aquí para lucir joven. Estoy aquí para sentirme viva.”
Y sí… envejecer implica cambios.
Pero también puede significar reconectar con una versión de ti más sabia, más auténtica, más real.
¿Y si no estás tan lejos como crees?
Puede que sientas que has perdido tu energía.
Pero esto no es definitivo.
La neurociencia nos habla de plasticidad cerebral: la capacidad del cerebro para cambiar, aprender y adaptarse a cualquier edad.
Lo que cambia tu cuerpo no es otra dieta más.
Es empezar a verte con nuevos ojos.
Con ternura.
Con verdad.
La llave interna que abre el cambio
Dentro de ti hay una llave interna.
No es mágica.
Es real.
Es ese punto de decisión donde dejas de hacer lo de siempre… y te das una nueva oportunidad.
No para recuperar la energía “de antes”, sino para crear una nueva vitalidad, acorde a quien eres hoy.
¿Y ahora qué?
Hoy puedes elegir distinto.
Hoy puedes dar un paso de amor que lo cambie todo.
Einstein decía:
“Si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo.”
Tal vez llegó el momento de dejar atrás las dietas…
Y empezar a mirar dentro.
Tu llave interna no está perdida. Solo está esperando a que decidas usarla.
🎥 Te invito a ver el video donde profundizo en este tema:
Y si quieres empezar un cambio real desde dentro, estoy aquí para acompañarte.
💜 Escríbeme, y caminamos juntas.
Y si quieres más información sobre los programas liberadiet y como pueden transformar tu relación con la comida, tu cuerpo y tu vida pincha este botón y descubre un nuevo camino.


Deja una respuesta